El libro de artista, grande o pequeño, es, en primer lugar, una idea; se exprese con palabras o sin ellas. Es también, al mismo tiempo, una obra de arte plástica, con todas sus consecuencias, en la que contenido y continente van de la mano. Por lo tanto, se rebela y pone en cuestión todos los límites del libro convencional y explora otros caminos, otros contenidos y lenguajes, otras formas y materiales. El libro de artista  en miniatura, al moverse en un formato muy desacostumbrado, plantea  a sus autoras y autores  unos retos muy singulares y atractivos, convirtiéndose,  de paso, en un antídoto contra la rutina en el trabajo creativo.