Cristina Branco, una de las artistas portuguesas más importantes de las últimas décadas, lleva 26 años encima de los escenarios. Comenzó su carrera en Holanda, con Cristina Branco en Holland (1997), que se convirtió en un éxito en ese país. En los años siguientes, el nombre de Cristina se hizo popular, con fechas agotadas en innumerables ciudades. Sus siguientes trabajos, Murmúrios (1998) y Post-Scriptum (2000), reforzaron este impulso. Fue a principios del milenio, con álbumes como Sensus (2003), cuando Cristina Branco comenzó a ser descubierta por el público portugués. Estos fueron seguidos por Abril (2007), un álbum con versiones de canciones de José Alfonso, y el icónico Fado Tango, que cuenta con colaboraciones de reconocidos autores portugueses. El álbum que prefigura el renacimiento artístico de Cristina que llegaría con Menina, considerado el Mejor Álbum del año por la Sociedad de Autores Portuguesa y que forma parte de una trilogía que incluye el jovial Branco (2018) y Eva (2000). En estos, Cristina reúne colaboraciones inusuales que resultan en una interpretación innovadora del Fado. Branco estrena su nuevo disco en España, titulado Mãe (Madre), publicado hace apenas cuatro meses. Mãe se mueve en la solemnidad que rodea al fado, en la magia que encuentras cuando te sumerges en la música, pero también en la emoción que traducen las palabras, en los alientos de sus comas, en la intensidad de sus silencios.