Decía María Zambrano que no hay utopía sin idea. La filósofa también escribió que cuando llegan las musas danzan y regalan palabra, música y memoria. Divulgó en su poética que no hay límites para las almas que viajan en busca de sus semejantes. Vivir en el universo común de la amistad requiere vivir en esa utopía de la que hablaba Zambrano, habitar el mismo espacio mental y alimentar una esperanza. Nuestras musas son nuestros propios compañeros y compañeras. Y en las vibraciones de los sonidos que compartimos, hemos encontrado la amistad más verdadera y leal. Todos los valores que hemos desgranado a lo largo de la programación de esta edición: aprendizaje, magisterio, compromiso, confianza, y otros muchos más como respeto, admiración, constancia, honestidad o empatía se encuentran recogidos en este último concierto. Otra gran pensadora, Irene Vallejo, escribe en su hermoso libro El infinito en un junco que: “nunca olvidarás a quien te contó un buen cuento en la penumbra de una noche”. Y no hay nada más cierto. Porque cuando compartimos nuestras historias y vivencias, nuestros anhelos más profundos y nuestros peores sueños, dejamos de ser extraños. Y por todo esto, teníamos que clausurar nuestra edición más personal con la actriz y dramaturga Belén Otxotorena. Belén comenzó a contarnos cuentos casi al comienzo de nuestra andadura y, desde entonces, son cientos las historias susurradas compartidas, esas que nos alejan de la oscuridad y de los sinsabores de la existencia. Porque cuando algo nos conmueve, trasmitimos ese relato a las personas que más amamos en la vida. Las fábulas que presentamos en este último concierto del Festival NAK en Baluarte reflejan esa unión. Un diálogo poético y sonoro habitado no solo por la posibilidad del encuentro, sino por el profundo afecto entre seres afines que se sumergen en una mirada alejada de la soledad, esa que nos ofrece la amistad.