Presentación de libro: "El cirujano y el pastor" (Meg Ostrum)
Datos del evento
Donde
Hika Ateneo (Bilbao)
Cuando
22/05/2024
Meg Ostrum, autora de El cirujano y el pastor, hará una gira la tercera semana de mayo por Hegoalde e Iparralde. En plena II Guerra Mundial, la muga se convirtió, controlada su vertiente septentrional por fascistas franceses y destacamentos policiales nazis, en un territorio fronterizo y peligroso. Entre 1940 y 1944, la famosa Red Comète logró evacuar a 878 pilotos aliados através del Bidasoa. Pero hay otra red, menos conocida, que logró salvar a más de cien perseguidos por el Reich empleando una ruta por el Pirineo, entre el valle de Aezkoa y la Baja Navarra. Entre 1942 y 1943, el gran hayedo de la Selva de Irati, entre la Francia de Vichy y la España de Franco, se convirtió en el paso clandestino de quienes escapaban de la guerra y la tiranía hacia Inglaterra. Charles Schepens, alias Monsieur Pérot, con el tiempo afamado oftalmólogo belga afincado en Boston, y Jean Sarochar, alias Manech, excombatiente de la I Guerra Mundial y pastor de Mendive, fueron los dos personajes más destacados de la red belga Zéro que se encargó, junto con una amplio tejido de cómplices, de llevar a buen término la fuga de más de un centenar de refugiados. Schepens, como ingeniosa cabeza organizadora, y Sarochar, como intrépido y fabulador mugalari, burlaron a las autoridades colaboracionistas y a la Gestapo durante año y medio, gracias a la cobertura que les proporcionó el rescate de una ruinosa empresa maderera, que extraía troncos del Irati, que se transportaban por teleférico, para traviesas de tren. Sobrevivieron milagrosamente, convirtiéndose en personajes míticos en aquellos valles escondidos —mezcla de Roldán y Martin-Txiki—, y fueron honrados en su tiempo por sus hazañas como miembros de la Resistencia. Su historia, sin embargo, no había sido contada hasta ahora, exhaustivamente y con detalle. Este libro apasionante de historia, con trazas de novela de espías, documentado con rigor, erudición y mucho trabajo de campo, nos sumerge en la época y en el lugar con una viveza extraordinaria: se trata de una auténtico ejercicio de memoria democrática. Nos sitúa en un espacio y en un tiempo de heroísmo y desgracia, protagonizado por héroes anónimos de una pieza que, junto a sus comunidades de colaboradores necesarias, convienen ser recordados.
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