El Centro de Exposiciones Fundación Vital presenta la muestra ‘Pequeñas Alegrías, una recopilación de 30 obras de la artista vitoriana Naia Aristondo, entre las que destaca un diario del confinamiento. La exposición reúne obras muy variadas tanto en tamaño como en temática y técnica, “pero todas intentan llegar al espectador desde la cercanía y la ternura”, según explica la propia artista.  Muchas de ellas son trabajadas a óleo de una manera personal pero también se pueden encontrar técnicas algo olvidadas como el carboncillo, el pastel o la tinta china. Asimismo, incluye una obra a modo diario o archivo de cuarentena sobre los primeros meses de confinamiento total. Destaca también una instalación audiovisual realizada en colaboración con Ben Soza y Eolo Andino, músicos de Jazz de Vitoria-Gasteiz que destacan por combinar la improvisación y sonidos analógicos de este estilo de música con ritmos más callejeros y propios del hip-hop. Naia Aristondo (Vitoria-Gasteiz, 1998) es una artista plástica multidisciplinar. Tras comenzar su carrera artística en el conservatorio de danza José Uruñuela en 2016 inició sus estudios pictóricos en la facultad de San Carles, de la Universitat Politécnica de Valencia, donde estudió la morfología del paisaje y el cuerpo. Su trabajo abarca cualquier proceso que permita un diálogo de observación del entorno, desarrollando un placer particular por la pintura de paisaje del natural. Aristondo apuesta por el arte como una resistencia y una vía de educación emocional, y trata de generar un lenguaje visual libre de sugestiones. La artista vitoriana ha sido seleccionada para la beca Segoviana en el Palacio del Quintanar, así como su contribución en exposiciones como el Festival Russafart en Valencia o su participar en el proyectos de igualdad social como Breaking the Silencie, en Sosnowiec (Polonia). ‘Pequeñas alegrías’, nombre de la exposición, es el título de un libro recopilación de cuarenta artículos publicados por Hermann Hesse en periódicos y revistas que no sólo han inspirado su obra sino también una forma de ver la vida y de vivirla. “En un año complicado, he encontrado momentos de felicidad repentina e inesperada, que pueden producirse incluso en las peores situaciones. Alegrías pequeñas pero intensas, desde la lectura de un libro, la admiración de un bello rostro, una buena comida o disfrutar de un atardecer, siendo consciente de que eso que estás viendo, es único. Y es que lo difícil de estas alegrías no es tenerlas, sino saber verlas”, ha explicado Aristondo.